LA ORACIÓN POSITIVA
“…Siempre que oro por ustedes, lo hago
con alegría."
(Filipenses 1,4)
¡Con alegría, dice san
Pablo! Cuando algo es una carga no se disfruta, si es el trabajo no terminara
bien, si es una relación será tumultuosa, si es un compromiso será difícil de
cumplir. Pero cuando algo se disfruta se hace con alegría, el trabajo se hará
con gozo, las relaciones serán agradables y los compromisos serán cumplidos con
satisfacción. Esto también es aplicable
a la oración, si buscas a Dios porque “te toca hacerlo”, entonces tu relación
con el Señor se volverá una carga, una rutina y no producirá en ti fruto de
bendición.
En nuestra relación con los demás, cuando
encontramos personas que nos irritan, ¿Qué pasa por tu mente?, ¿deseas orar por
esa persona o simplemente reniegas, te quejas y refunfuñas de él o de ella?.
Cuando la oración es una carga no llega al techo de tu casa; pero en tus manos
está la capacidad para decidir cambiar esa situación. Si alguien te ofende, te
irrita, te hiere, te rechaza, te menosprecia, es cuando debes poner en práctica
la oración positiva, que tiene gran
poder porque puede no sólo cambiar a la otra persona sino a ti mismo.
Y ¿cuál es esa oración? Sencillamente, la
que se hace con alegría, sea quien sea la persona. Esa oración te producirá gozo
y paz. Por tanto, ora por todas esas personas negativas en tu vida, por las que te hirieron;
ora por tu trabajo, por tus jefes y compañeros, por tus quehaceres, por tus
compromisos, y bendice a cada uno de esos motivos. Ora para que el amor crezca en ti y en los
demás; ora por sabiduría, para que siempre se tomen las decisiones correctas en
todo lugar; ora por mantener la paz, para que los corazones estén siempre
alegres y llenos de fe; ora por que los demás conozcan a Jesús como su Señor y Salvador,
porque ésta es la voluntad de Dios. Y ora también para que las bendiciones les
lleguen a los demás, porque así también tú serás bendecido(a).