Cuando leí esa cuota, pensé que también yo había hecho esa pregunta a la vida algunas
veces, hasta que aprendí a apreciar las cosas pequeñas.
Ciertamente,
muchas veces nos encontramos con situaciones bastante difíciles, pero somos
capaces de enfrentar la mayor parte de los problemas. Cuando se trata de
asuntos de salud que nos limitan en alguna forma la cosa es diferente,
especialmente porque resolverlos no depende sólo de nosotros, de nuestro
empeño; a veces ni los mismos médicos saben qué más hacer, o sus puntos de
vista son diferentes, o los medicamentos no funcionan, etc.
Sí,
he tenido problemas diferentes a lo largo de mi vida. Algunos me desubicaron,
otros me deprimieron. Especialmente en los mejores años de mi juventud derramé
muchas lágrimas. Los días grises me entristecían; no había aprendido aún que
las nubes negras son pasajeras, y que detrás de ellas el sol siempre brilla
esplendoroso.
Ahora
es diferente, desde que me encontré con el Señor Jesús, aprendí a alabar a Dios
por todo, incluyendo aquello que tal vez no es agradable para mí. Cada día agradezco a Dios por mi vida y por
todas las bendiciones que he recibido y por las que me regalará en el futuro.
Disfruto
mirando el cielo azul, las nubes que parecen algodón, la colina cercana a mi
casa sobre la cual ondea orgullosa nuestra bandera nacional. Ya no me asustan
las nubes grises, me alegra la lluvia que reverdece los campos y da vida al
paisaje. Me gozo de ver el rocío sobre las hojas verdes, después de una noche
de brisa suave, o cuando descubro una nueva flor en alguna de mis macetas.
Observo al cuidadoso palomo vigilando el nido de su hembra sobre el techo de mi
vecina. También me gusta observar a las hormigas tratando de cargar un pedacito
de hoja y migas, ayudándose unas a otras… ¡Un perfecto equipo de trabajo!
Escondido entre mis plantas siempre hay algún “gecko” buscando insectos. Todo
eso me hace feliz.
Aprecio
mucho la piedrecita que mi nieta pintó para mi, o los múltiples mensajes
cariñosos con dibujos que me ha enviado. Como también las tarjetas de amigas o
familia con mensajes que llenan mi corazón. Disfruto de las palabras cariñosas
y del amor que otros me expresan.
Amo
una flor, un paisaje hermoso, el mar, el campo, un abrazo, una sonrisa. ¡En
fin!
Puedo
ver, oir, oler, cantar, tocar, moverme. Puedo sentir y amar. ¡Estoy viva! Sí,
la vida es difícil muchas veces, pero también es bella y vale la pena vivirla.
No
hay duda de que los pequeños momentos del día a día, son las cosas más grandes
de la vida.