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Así como en un jardín hay flores variadas, arbustos o árboles que te cobijan, frescura, quizá una fuente...

En mi jardín encontrarás una diversidad de temas que trataré de presentar en forma atractiva para tu recreación. Te invito a recorrerlo con calma; bebe de la fuente que quieras y quizá encuentres una palabra que te llegue al corazón; un poco de alegría, algo interesante o bonito, o un nuevo conocimiento.

Mi objetivo: compartir, aportar algo positivo, motivación, esperanza a la vida de otros. Y también me gustaría conocer otras personas, de cualquier edad, y sus opiniones y culturas.

Por desconocimiento, tarde he entrado en este mundo cibernético que me atrae. Y la idea de tener mi blog surgió como un entretenimiento en momentos de soledad.

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martes, 9 de febrero de 2016

LA CRUZ CAMBIADA

Todos, en nuestra jornada por la vida, cargamos una cruz. Para unos más dolorosa y pesada que para otros. A veces nos lamentamos, o deseamos esquivarla o poder deshacernos de ella.

Al respecto, encontré una reflexión muy bonita que deseo compartir con ustedes. Es la siguiente:

Hay un poema titulado “La Cruz cambiada”. Representa a una persona fastidiada que pensaba que con toda seguridad, su cruz era más pesada que la de todos aquellos que había a su alrededor, y deseaba poder cambiarla por otra.

Se quedó dormida, y en su sueño fue conducida a un lugar donde había muchas cruces, de diferentes clases y tamaños.



Había una pequeña, preciosísima, adornada con piedras muy valiosas y oro. Mirándola dijo: “Ésta podré llevarla con gran comodidad.”  Así que la cogió y se la colocó, pero su cuerpo debilitado temblaba debajo de ella. Las joyas y el oro eran muy bellos, pero demasiado pesados para ella.

Después vio otra cruz magnífica, con flores preciosas entrelazadas alrededor de su forma escultural. Con toda seguridad, ésta parecía ser la más apropiada para ella. La levantó, pero encontró que debajo de aquellas flores había espinas punzantes que rasgaron su carne.

Por último, cuando iba a marcharse, se encontró con una cruz muy sencilla, sin alhajas ni talladuras, pero sí con unas palabras amorosas inscritas sobre ella. La tomó y se convenció de que ésta era la mejor de todas y la podía llevar con más facilidad. 



Y al mirar esta cruz bañada con un esplendor celestial, reconoció que era su cruz antigua. Volvió a encontrarla y aquella cruz fue para ella la mejor y menos pesada.

Dios sabe muy bien la clase de cruz que nosotros debemos llevar. Nosotros no sabemos cuál es el peso de las cruces de los demás. A veces envidiamos a alguna persona que es rica. Vemos que su cruz es de oro y está adornada con alhajas, pero ignoramos lo pesada que pueda ser. Vemos a otras personas que parecen felices. Las cruces que llevan están entrelazadas con flores, pero tienen espinas. Si pudiésemos probar todas aquellas cruces que creemos que son menos pesadas que las nuestras, llegaríamos a la conclusión de que ninguna de ellas nos sienta tan bien como la nuestra.

(Glances through the Life’s Windows)

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