ORA Y CREE
Todo
lo que pidan en la oración, crean que ya lo han recibido y lo
tendrán. (Marcos 11,24)
Cuando
tengas un asunto que requiera oración definida, ora hasta que creas a Dios,
hasta que con sinceridad en tus labios le des las gracias por la respuesta, aun
cuando ésta no haya llegado. Si la contestación tarda exteriormente, no ores de
tal manera que se vea que es evidente que no crees en ello. Tal oración agitada o ansiosa, en vez de una
ayuda será un obstáculo y cuando termines de orar te encontrarás con que tu fe
se ha perdido o debilitado. Dios siempre tiene una respuesta, que puede ser SI,
NO, o ESPERA… Pero tú debes seguir orando y puedes decirle a Dios que estás
esperando y que aún le crees y que, por lo tanto, le alabas y agradeces por la respuesta. No hay nada que afirme tanto
la fe, como el estar tan seguro de la respuesta que puedes darle gracias a Dios
por ella. ¡Practícalo! El mismo Jesús, antes de obtener el milagro de la
resurrección de Lázaro, decía a su Padre: “Gracias
Padre, porque Tú siempre me escuchas”…
Nunca
ores sin fe, porque tales oraciones provocan inquietud del corazón, e inquietud
implica incredulidad con referencia a la respuesta en la oración. La Palabra
dice en Hebreos 4,3: “porque los que
hemos creído, entramos en reposo”. O sea, después de que oramos con fe,
nuestro corazón debe quedar en paz, en quietud, en reposo, tranquilo, en espera
confiada.
Frecuentemente,
la oración que hacemos sin fe, proviene de fijar nuestros pensamientos en la
dificultad más que en la promesa de Dios.
A veces, la respuesta del
Señor tarda tal vez porque Él tiene otros planes para nosotros, mejores que los
nuestros. Recordemos también que nuestra fe tiene que ser probada…, pero habrá
una recompensa. Aprendamos a esperar con paciencia. La FE es un don, y hay que
pedirlo, o decirle al Señor como aquel hombre del Evangelio: “Creo Señor, pero
aumenta mi fe”. Debemos confiar en la sabiduría de Dios, pues sólo Él conoce lo
que es mejor para cada uno de nosotros. Puede ser que lo que yo le pido no sea
lo que me conviene, y que El tenga otros planes para mí. Por eso debo confiar y
esperar…