De un autor
desconocido tomé varios pensamientos que dan respuesta a esa pregunta. Uno siempre tiende a pensar en “vejez”
relacionándola con “edad”, pero realmente que no es así. Yo he visto jóvenes de
veinte y pico que parecen viejos, hasta con el ceño fruncido. Nuestra actitud
ante la vida es una buena medida para saber qué tan viejos somos. Si tienes
mucha edad no digas “estoy viejo, o vieja”, es mejor decir: “tengo juventudes
acumuladas, sabiduría y experiencia”. ¡Jaja!
Bueno, al
menos yo siempre me he sentido joven de corazón. Y es que la juventud no es
sólo una etapa de la vida, sino un estado de ánimo. Es tener dominio sobre la
voluntad, calidad en la imaginación, fuerza en la emoción. Es algo refrescante
que emana de la fuente de nuestras vidas.
Cuando yo
me veo en el espejo, no busco a la que fui en el pasado; sonrío a la imagen
presente. Cada arruga, cada cana me hablan del camino andado y doy gracias a
Dios por todo el tiempo que me ha regalado.
Nadie
envejece por tener un cierto número de años, pero sí por abandonar sus ideales,
por ejemplo. He aquí algunos pensamientos de ese autor desconocido:
- Algunos de nosotros envejecemos, de hecho, porque no maduramos.
- Envejecemos cuando nos cerramos a las nuevas ideas y nos volvemos radicales. Cuando lo nuevo nos asusta.
- Envejecemos si dejamos de luchar. La vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás. Pero solo puede ser vivida mirando hacia adelante.
- En la juventud aprendemos; con la edad comprendemos…
- Envejecer con sabiduría no es envejecer.
- En los ojos del joven arde la llama, en los del viejo brilla la luz.
- Siendo así, no existe edad, somos nosotros que la creamos. Si no crees en la edad, no envejecerás hasta el día de tu muerte.
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